¿Tienes la sensación de que siempre tienes hambre y no paras de comer? Si te ocurre esto con frecuencia, lo más probable es que el problema no sea el hambre física, sino el hambre emocional. Quizás el origen de tu sensación de tener hambre no sea el estómago sino tu cerebro. No es nada sencillo diferenciar entre el hambre física y el hambre emocional, y muchos problemas de obesidad o de dificultad para seguir una dieta sana y equilibrada dependen de ello.

En Centro Médico Sanugal, el equipo de dietistas y nutricionistas, dirigido por la doctora Laura Fleire, trabaja de forma coordinada con la psicóloga del centro, Carlota Serrapio, con el fin de ayudar a los pacientes a hacer esta importante diferenciación y aprender a superar el hambre emocional.

5 señales de hambre emocional

  1. El hambre aparece de repente. Seguramente alguna vez mientras estabas tranquilamente viendo la televisión o estudiando, de repente, has sentido una gran sensación de hambre. El hambre física, al contrario que el hambre emocional, aparece de forma progresiva, va aumentando poco a poco, mientras el hambre emocional aparece en momentos de aburrimiento, estrés…
  2. ¿Te comerías cualquier alimento? Responder a este pregunta es clave para diferenciar el hambre física del hambre emocional. Si lo que nos apetece es un trozo de chocolate, alimentos procesados y repletos de azúcares, pero no nos comeríamos una manzana, estarías ante un signo de hambre emocional. Cuando se tiene hambre física uno elige cualquier alimento para calmarla. Nos comeríamos una pieza de fruta sin problema.
  3. Puedes esperar o tienes que comer ya. Cuando el hambre es emocional, la espera para comerte esa delicia se hace casi insoportable, las ganas de zamparte eso que tienes entre ceja y ceja no paran de subir, cada vez piensas más en ello. Por el contrario, a no ser que lleves muchas horas sin comer, el hambre física puede esperar. No nos viene de 5 minutos, y llegado el momento lo haremos con tranquilidad.
  4. Sigues comiendo aunque estás lleno. La comida es uno de los ansiolíticos más usados en la sociedad actual.  Da placer, quita el estrés… haciéndonos comer mucho más de lo necesario y en poco tiempo.
  5.  Culpabilidad. Si tras comer te sientes culpable, salvo en casos muy concretos en los que existe un problema con la comida, es un síntoma claro de hambre emocional. Al responder a las demandas reales de tu cuerpo, lo habitual es sentirse satisfecho, la culpabilidad por el contrario suele indicar que has comido sin hambre, no lo más adecuado y en mayor cantidad de lo necesario.

Si tu tipo de hambre no es física, sino emocional, existen diferentes herramientas y estrategias para superarlo. Es importante contar con la ayuda de profesionales, dietistas nutricionistas y psicólogos. Una vez que uno es consciente del problema ha iniciado el camino para resolver su problema, el resto será cuestión de esfuerzo, constancia y motivación.