En la consulta de Dietética y Nutrición de Centro Médico Sanugal nuestro equipo de dietistas nutricionistas ve con frecuencia pacientes que siguen una dieta con excesiva cantidad de proteínas, dietas hiperproteicas. Los motivos son varios, desde una mala planificación de la alimentación, a dietas proteicas cuyo objetivo es adelgazar o ganar masa muscular. Un exceso de proteínas prolongado en el tiempo conlleva riesgos para la salud, pero tampoco es saludable una dieta baja en proteínas.

El exceso de proteínas provoca consecuencias metabólicas 

A diferencia de lo que ocurre con las grasas, el cuerpo no almacena proteínas, por lo que es importante eliminar el exceso de proteínas, lo cual supone una alteración metabólica al disminuir el pH del cuerpo y provocar una sobrecarga de algunos órganos vitales para contrarrestar esa bajada de pH y la eliminación de catabolitos. Al oxidar los aminoácidos de las proteínas para eliminarlos, aumenta la concentración plasmática de amonio (NH4+), un metabolito tóxico que altera el pH y lo vuelve ácido. Este es el gran problema de las proteínas.

El exceso de proteínas acidifica el medio afectando a funciones neuronales, cardiovasculares y respiratorias.

El organismo reacciona a la toxicidad del amonio y por un lado en el hígado este compuesto se transforma en urea, menos tóxica pero que  hay que eliminar.  Por lo tanto, el riñón tiene que aumentar el volumen de orina reteniendo más agua para poder eliminar este exceso de urea y amoníaco. Esto conlleva cierto grado de deshidratación.

Por otro lado este amonio también se neutraliza con fosfatos para poder excretarlo, en concreto con fosfato cálcico, ya sea del calcio procedente de la dieta o directamente del propio hueso, por lo que puede haber riesgo de descalcificación ósea. Esto tiene consecuencias inmediatas como el riesgo de fracturas.

El exceso de proteínas ocasiona un descenso del pH que lleva al organismo a desplegar mecanismos que alteran el metabolismo, las funciones hépática, renal y ponen en riesgo la salud de nuestros huesos. También hay alteraciones hormonales debido la acidosis del medio. Un mal menor, aunque molesto, es el fuerte olor a amoniaco que desprende el sudor o el aliento.

 

La dieta occidental ya se está viendo que tiende a ser hiperproteica, al menos para lo que la mayoría de la población necesita. Sus efectos secundarios se hacen notar por un aumento en el consumo de carnes y encima un descenso en frutas y hortalizas, que podría paliar los efectos. Por ello es importante no solo reducir la cantidad de proteínas que consumimos sino también incrementar el consumo de frutas y verduras.

Conclusiones sobre las dietas proteicas

  • El consumo excesivo de proteínas durante mucho tiempo tiene consecuencias importantes para la salud;
  • Es más frecuente que un sedentario que basa su alimentación en carne tenga una dieta más proteinada que una persona que hace ejercicio.
  • Las frutas, hortalizas y lácteos son fundamentales en la dieta. Ya no solo por lo que aportan, sino por lo que pueden ayudar en la prevención de ciertos desajustes metabólicos.
  • Los suplementos de proteínas no son necesarios si se lleva una dieta sana y equilibrada.
  • Si se quiere consumir una cantidad óptima de proteínas, hay que hacer una buena planificación dietética, para no quedarnos cortos ni exceder los límites considerados saludables. En este caso es importante contar con la ayuda de dietistas nutricionistas