Afonía y disfonía son dos términos referentes a trastornos de la voz que se usan de forma inadecuada como sinónimos. Cuando tenemos la voz ronca, no alcanzamos el tono y la intensidad de voz habitual, solemos decir que estamos afónicos. Sin embargo, no es cierto, tenemos disfonía. Si realmente estuviéramos afónicos no tendríamos ni un hilo de voz, porque la afonía es eso, la pérdida total de la voz.

El 5% de la población padece algún trastorno de la voz que precisa atención médica según datos de la Federación Internacional de Sociedades de Otorrinolaringología, siendo el más frecuente la disfonía,un síntoma de alerta que nos envía nuestro cuerpo para indicarnos que algo no está funcionando adecuadamente, y al que vamos a dedicar este post.

Voz áspera, monótona y con falta de modulación, ronqueras repetitivas, pérdidas de tono de voz frecuentes durante varios días, los llamados «gallos», tensión muscular en el cuello y en la cara, fatiga y dolor al hablar, falta de aire al hablar… son solo algunos de los síntomas de la disfonía, un trastorno de la voz que afecta a la intensidad, timbre y frecuencia de la voz y cuyas causas pueden ser variadas,lo que da lugar a diferentes tipos de disfonías:

Disfonías funcionales: las padecen tren el 65 y el 75 por ciento de la población y están ocasionadas por un mal uso de la voz, abusos vocales repetitivos;

Disfonías funcionales-orgánicas: nódulos, pólipos, edemas;

Disfonías congénitas: quistes, sulcus, vergetures, malformaciones de cuerda vocal;

Disfonías de origen neurológico: parálisis de cuerdas vocales;

Disfonías psicógenas: producidas por causas psicológicas;

Laringectomías: extirpación total o parcial de la laringe debido a un proceso tumoral.

Si la disfonía es puntual debido a un catarro, a una laringitis, al aire acondicionado… no debe ser motivo de preocupación, pero si se trata de una situación repetitiva a lo largo del año, o incluso durante varias veces al mes, es recomendable visitar al otorrinolaringólogo para valorar el estado de las cuerdas vocales. Una vez que existe un diagnóstico y se conoce el motivo real de la disfonía, que puede ir desde el consumo excesivo de alcohol y tabaco hasta causas psicogéneas, pasando por mal uso de la técnica vocal, ambientes excesivamente ruidosos, alergias, respiración bucal, reflujo gástrico, exposición a vapores tóxicos o aires acondicionados, es necesario acudir a la consulta de un foniatra para iniciar el tratamiento rehabilitador con el que devolver la calidad vocal .

Es importante buscar una solución temprana para evitar secuelas asociadas a este trastorno, como dificultades comunicativas, consecuencias psicológicas, problemas físicos: molestias musculares cervicales, cefaleas frecuentes, bruxismo, o adquisición de malos hábitos que con el paso del tiempo son más difíciles de erradicar. Lo primero que hará el especialista será indicar una serie de pautas de higiene vocal que cualquier persona debe seguir:

1.  Hidratación. Beber al menos 2 litros de agua al día. La hidratación corporal y de la mucosa de las cuerdas vocales es fundamental para un buen funcionamiento de las mismas.

2. Higiene Postural. Tener una postura correcta, evitar “vicios posturales” tales como: hablar con el teléfono sujeto entre la oreja y el hombro, en su puesto de trabajo mantenga una postura lo más ergonómica posible.

3. Hábitos Saludables. Evitar el consumo de tabaco, alcohol, café y alimentos picantes.

4. Descanso. Descansar al menos 8 horas al día. Un sueño regulado es fundamental para prevenir trastornos de la voz.

5. No abusar de la voz en ambientes ruidosos como discotecas, ruidos ambientales contaminantes, etc. 6. Usar un tono y un volumen de voz adecuados y cómodos para cada persona, no imitar voces sin técnicas apropiadas, etc.

7. Evitar la respiración bucal ya que la respiración nasal ayuda a calentar, filtrar y humedecer el aire. En la respiración bucal el aire está frío, sucio y húmedo, lo que daña la mucosa de las cuerdas vocales.

8. Hablar haciendo pausas para tomar aire de forma constante, no usar aire residual.

9. Hacer ejercicio físico y evitar tensiones físicas y emocionales. Evite el estrés.

10. Evitar carraspeos, toses fuertes, etc.

«Nuestra voz es la música que hace el viento al atravesar nuestro cuerpo» – Daniel Pennac, escritor francés