Es habitual escuchar a los dermatólogos decir que «la dermatología es la cara externa de la medicina interna»; expresión con la que tratan de informar de que la apariencia del pelo, la piel y las uñas ofrece mucha información de nuestro estado general de salud.

Solemos asociar el trabajo de los dermatólogos a la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del pelo y la piel. Sin embargo, las uñas son también uno de sus campos de trabajo y ámbito al que vamos a dedicar este post.

La relevancia de prestar atención a las uñas y revisarlas periódicamente, tanto las de las manos como las de los pies, se justifica en que algunos cambios en la forma, color, textura y espesor de las uñas pueden indicar la existencia de problemas médicos subyacentes.

El lenguaje de las uñas no es sencillo, por lo que vamos a intentar explicar de una forma breve y sucinta cuáles son las principales alteraciones de las uñas y sus causas, pero queremos insistir en que lo que aquí exponemos son generalidades. Así que si revisas tus uñas y notas alguna alteración, no pienses en lo peor y pide cita con tu dermatólogo.

¿Qué nos dicen las uñas? Principales alteraciones y algunas causas

Líneas de Beau o surcos transversales: la mayoría de las veces se deben a traumatismos en la matriz ungueal (zona productora de la uña) y dependiendo de la intensidad del traumatismo, la profundidad y anchura del surco puede ser más o menos intensa. Sin embargo, si su aparición no se se debe a un golpe hay que valorar la existencia de enfermedades que pueden ir desde patologías coronarias, hasta neumonías o incluso desnutrición.

Uñas frágiles y quebradizas: Suele ser la alteración de las uñas más frecuente y en la mayoría de los casos tiene como causa el envejecimiento, si bien puede ser necesario descartar alguna afección, como un proceso inflamatorio o infeccioso en los dedos, por ejemplo, a causa una infección por hongos (onicomicosis). Si las uñas tienden a abrirse en capas o a fracturarse ante leves roces durante la realización de tareas cotidinadas, el problema puede derivarse de otras enfermedades generales como anemia, alteraciones endocrinas, renales, hepáticas o déficit de vitaminas. En estos casos también se recomienda descartar que se deba a algún medicamento. La situación de uñas quebradizas puede agravarse por la deshidratación y sequedad de las manos, por excesiva humedad, o por el abuso de esmaltes y, en consecuencia, de quitaesmaltes.

Coiloniquia o uña en cuchara: afecta principalmente a las uñas de los dedos de las manos, que se vuelven delgadas y cóncavas. Esta alteración está asociada a un trastornos de anemia ferropénica.

Leuconiquia: caracterizada por la aparición de manchas o estrías blancas opacas. Su origen está en la queratinizac
ión defectuosa de la matriz distal con persistencia de las células paraqueratósicas en la superficie ventral de la lámina ungueal. Puede ser total (leuconiquia totalis), produciéndose el blanqueamiento total de la uña; parcial; o con líneas o puntos blanquecinos (leuconiquia striata). Suele asociarse a psoriasis aunque también puede ser hereditaria, o estar relacionada con tuberculosis, nefritis, enfermedad de Hodgkin, carcinomas metastáticos o lepra.
En el caso de la leuconiquia totalis puede deberse a una úlcera péptica, colelitiasis, colitis ulcerosa, fiebre tifoidea, cirrosis hepática, lepra, o estados de inmunosupresión como la enfermedad por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Otras enfermedades sistémicas que pueden causar distintos tipos de leuconiquia son las infecciones micoticas, deficiencia de zinc, síndrome de Raynaud, quimioterapia, insuficiencia hepática, anemia, hipoalbuminemia, liquen plano, onicolisis, enfermedad renal, diabetes, cardiopatías.

Uñas punteadas: son pequeñas depresiones en la superficie de la uña, frecuentemente acompañadas de desprendimiento de la uña.

En conclusión, es importante que, al igual que hacemos – o deberíamos hacer- con la piel, revisemos de vez en cuando las uñas para detectar cualquier alteración, que puede deberse a: una lesión, como quitarse o friccionarse la piel por detrás de la uña de una forma crónica, lo que puede hacer que la uña tome forma de tabla de lavar; a infecciones provocadas por hongos, cándidas, bacterias, verrugas virales…; a enfermedades que afectan a la cantidad de oxígeno en sangre y a la pureza de la misma, enfermedades hereditarias, tiroideas, el cáncer, etc.; a la toma de medicamentos, algunos antibióticos pueden causar levantamiento de la uña y la quimioterapia puede afectar al crecimiento de las uñas, las cuales suelen crecer entre dos y tres milímentros al mes, creciendo más las de las manos que las de los pies; al uso de tóxicos, aunque son casos poco habituales, una accidental intoxicación con arsénico puede causar líneas blancas y crestas horizontales, o la ingestión de plata que puede colorear de azul la uña.

Las uñas son mucho más que un mero elemento decorativo de nuestras manos; son el reflejo directo de nuestro bienestar interior, de nuestro equilibrio hormonal y vitamínico, de nuestras proteínas e incluso de nuestro estrés.