Muchos son los factores que entran en juego cuando nos enganchamos a una sustancia, a cosas, a conductas, a personas, etc., pero hoy te voy a hablar de uno fundamental: las EMOCIONES.

Sí, las emociones o mejor dicho, las necesidades emocionales insatisfechas son una de las mayores piedras en el camino a la hora de dejar una sustancia porque lo que precisamente hace la droga, es cubrir o mejor dicho pseudocubrir eso que tanto te falta o anhelas.

La infancia y  las conductas adictivas 

Puedes remontarte a tu infancia, a tu niñez, a momentos de adolescente o de adulto más joven y buscar si algo faltaba. En innumerables ocasiones nuestros problemas mayores, en este caso la adicción o el abuso de drogas, pudo haberse gestado en alguno de esos momentos por múltiples causas. Muchas veces una persona con una conducta adictiva pudo haber tenido una infancia marcada por: un padre o una madre adicta, por un desprecio o maltrato directo por parte de sus progenitores, por un “abandono” al tener que ser adulto antes de tiempo por no contar los padres con todos los recursos necesarios para desarrollarse en la vida, por no contar con figuras de seguridad, por estar en una familia aparentemente normal pero en la que la educación emocional no estaba lo suficiente presente, etc. Todas estas situaciones hacen que el niño vaya reprimiendo su verdadero yo y se vaya desarrollando con uno falso.

Pero… ¿qué es el falso yo?

Piensa en lo que necesita un niño. Sin duda podemos entender que lo que todo niño necesita es jugar, reír, llorar, chillar, una mano a la que agarrarse… Los niños son espontáneos, son curiosos, son débiles, son dependientes, ¿verdad? Si de repente un niño es castigado por ser cómo le toca ser con frases como: “no te muevas, para ya”, “no grites”, “no seas pesado”, “ayuda a papá que está mal”, “tienes que ser fuerte y valiente”… su esencia desaparece. El niño asimila que no está bien el ser como es, que tiene que cambiar, que tiene que convertirse en otro. La seguridad e integridad que él necesitaba no está. Nadie se la puede proveer y se tiene que construir a sí mismo arrastrando importantes carencias afectivas y emocionales que lleva a la vida adulta o al momento que sea y que encuentra en el consumo eso que tanto anhelaba: seguridad, tranquilidad, evasión, disfrute, etc.

3 pasos para empezar a dejar conductas adictivas

Primero: aprender a comunicarte de forma emocional. Es fundamental hablar desde el cómo te sientes y qué necesitas a este nivel.

Segundo: entender el para qué de tus conductas. Para qué estás consumiendo, que emoción o sentimiento estás intentando tapar o evitar.

Tercero: aceptar el malestar. Este paso sin duda es el más complicado de todos ya que precisamente consumes por no aceptar lo que te está pasando. Pero si lo practicas junto con los otros dos pasos lograrás darle el sentido y lograrlo.

El dejar de consumir es un proceso duro y difícil, pero entender el por qué lo haces y detectar los paraqués y las carencias emocionales que tienes, te servirá como un impulsor para apartarte de esa espiral de malestar en el que te encuentras a día de hoy.